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BOLETÍN ESPECIAL

Migraciones: arreglos y desarreglos singulares

Por Cristina González

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Hablar de migración en Venezuela no es una novedad, lo hablamos en los cafés, con la familia, con los amigos; se hacen foros, aparecen expertos, coachs, análisis sociológicos, ofertas, negocios, empresas que se han armado alrededor del movimiento que los ciudadanos venezolanos, desde hace ya algunos años, han decidido emprender. Sin embargo, a pesar de que la migración ya no es sólo la historia de los ancestros que vinieron de Europa, o del Sur, a un país que prometía, a pesar de que la migración está en nuestro día a día,  se  cuela como algo incómodo, como algo con lo que realmente no todos se las saben arreglar.

En Venezuela, más de cuatro millones y medio de venezolanos han migrado buscando nuevos modos de vida. Es un real que se hace presente en nuestra vida, en los consultorios de los psicoanalistas y en el interior de la sede Caracas todos los días.

El llamado de Lacan, de que un psicoanalista debe estar a la altura de su época, nos convoca a tratar de cernir, dialectizar, de nombrar, de tramitar este acontecimiento y de dar una respuesta como psicoanalistas. Es el puesto del psicoanalista dentro de la sociedad.

Orientados por esta invitación de Lacan, en los últimos años, la Sede Caracas de la NEL ha venido tratando de dar respuesta a aquello que aparece en la clínica de forma insistente, que forma parte de una clínica marcada por el malestar en la cultura, propia de la situación venezolana. Las demandas y las curas se ven impregnadas de este malestar, de lo social, de lo económico, de las rupturas, de la pérdida de las libertades, de la pérdida de las posibilidades, de las elecciones forzadas, de la urgencia, de lo inmediato y los psicoanalistas, no ajenos a esto, estamos llamados a no retroceder. Menudo problema en el que nos encontramos: ¿cómo mantener la esencia de la cura psicoanalítica sin ser ajenos a este malestar? ¿Cómo producir un saber hacer, cómo sostener el psicoanálisis, en una situación que apunta a abolir el sujeto del deseo y a convertir a los ciudadanos en sujetos de la pura necesidad?

Una de las maneras, entre otras, que hemos encontrado como tratamiento a este imposible de soportar han sido las jornadas anuales que nuestra sede organiza. Desde hace unos tres años, se nos hacía muy difícil la selección de los temas a abordar, porque nos pasaba que cuando pensábamos en las posibilidades, no dejaba de aparecer la necesidad de tratar aquello que surgía de manera inevitable en esta nueva clínica, no se nos hacía posible pensar en hablar de temas clásicamente psicoanalíticos, cuando el país estaba ardiendo afuera. Así, la serie empezó con las III jornadas de la NEL Caracas que llevaron por título “Lo imposible de soportar”; luego las IV, “El lazo social en tiempos de crisis”; seguidas de las jornadas extraordinarias que se dieron el año pasado, en medio de las protestas,  “El psicoanálisis y la libertad de la palabra”,  que fue un acto de Escuela, de resistencia ante lo terrible que estaba pasando en nuestro país; y en esta oportunidad nuestras V jornadas que llevan por título “Migración: arreglos y desarreglos singulares”. Hasta ahora el saldo del trabajo realizado ha sido positivo, hemos producido un movimiento interesante en la ciudad, los psicoanalistas de Caracas comienzan a ser escuchados como alguien que tiene algo que decir desde otro lugar sobre lo que acontece, que tiene una lectura que toma en cuenta el malestar en la cultura, pero donde se rescata lo singular, aquello que es lo más íntimo a cada uno de los sujetos que habitamos en esta ciudad.

El movimiento ZADIG lanzado por Miller, en Madrid el año pasado, nos ha orientado en nuestro quehacer de cara a la ciudad. Todo esto, por supuesto, ha sido posible gracias al apoyo que nos ha dado la Asociación Mundial de Psicoanálisis que no ha estado ajena a lo que acontece en Venezuela y nos ha brindado todo su apoyo para que el psicoanálisis siga teniendo el lugar que tiene en nuestro país, y al mismo tiempo mantengamos los lazos con nuestros colegas de otras latitudes. La presencia de Flory en Caracas así lo constata, sin miedo, ha respondido entusiasta a trabajar con nosotros, a venir a poner el cuerpo, en el trabajo que estamos haciendo, para construir algo posible. 

Veamos ahora el título de nuestras jornadas Migración: arreglos y desarreglos singulares.

El Diccionario de la Real Academia Española define el término ‘migración’ como el movimiento de poblacion que consiste en dejar el lugar de residencia para establecerse en otro país o región, generalmente por causas económicas o sociales. Por una parte, quisimos darle no el énfasis de lo colectivo sino de lo singular, Lacan nos ha acostumbrado a eso, no existe La mujer sino las mujeres, ya no hablamos del Nombre del Padre, sino de los Nombres del Padre y,  en esa línea, no hablamos de migración sino de migraciones, aludiendo a los movimientos o mudanzas de países; pero poniendo el énfasis en aquel movimiento o mudanza que hace un sujeto en particular; es decir, que para nosotros existirán tantas migraciones como sujetos que migran, por lo tanto la idea no es producir un conocimiento de “La migración”, sino tratar de captar las implicaciones que esto tiene en cada uno de aquellos que migran, o también de los que no, y de los que reciben al emigrante.

Por otra parte, tenemos: arreglos y desarreglos singulares. Pues, ciertamente, estos movimientos implican rupturas, implican cambios, implican un antes y un después que no siempre supondrá un alivio, o una solución. Y es que cada uno de aquellos que decidan moverse, o de aquellos que decidan no hacerlo, les tocará tratar de ver qué hacer con eso. Como bien se decía en nuestro argumento para las jornadas: vamos a encontrar en los relatos de los que migran: “La vivencia de exclusión, de soledad, de extraterritorialidad; el temor por el cambio, la angustia de separación, así como la inserción y desinserción, son temas nodales en el gran tema de la migración. A estos se agregan los factores inherentes al lugar de destino: el desarraigo, la aceptación, la valoración, la pérdida de estatus, la exigencia de adaptación a lo nuevo, la segregación, la exclusión” (1).

Decíamos que lo extranjero es inherente a la condición de ser humano. Ciertamente, para el psicoanalista lacaniano la noción de extranjero no le es ajena, con Lacan podemos decir que somos extranjeros antes de nacer, somos extranjeros que deben incorporarse a una familia, a una lengua, a una cultura, y en el recorrido de la vida vamos apropiándonos de eso extranjero como si fuera propio, y eso extranjero que habita se recubre de los velos de las identificaciones y los lazos sociales. Y está el goce, eso tan íntimo y tan extraño con lo que los hablanteseres se las tienen que arreglar; pero, qué sucede cuando un sujeto decide emigrar, qué sucede cuando aquello de lo que te habías apropiado, aquellos arreglos que habías construido para pertenecer a una familia, a una ciudad, a una nación ya no son operativos al lugar a donde te trasladas. Eric Laurent dice que el inmigrante no parte en la búsqueda de una nueva identidad, sino de una nueva vida. Y yo agregaría, por la clínica a la que nos estamos enfrentando, que muchos emigrantes se van a aferrar a sus identificaciones y a esos arreglos para, en la medida de lo posible, no caer en el desarraigo.

Hay un texto de una conversación en Madrid dirigida por Miller que está titulado Desarraigados, es un texto producto de una conversación clínica en torno a formas de presentación de las psicosis ordinarias que dan cuenta de casos en los que hay una pérdida de toda referencia simbólica que tiene como consecuencia inevitable situaciones de errancia. Plantea Silvia Geller, en su introducción, que alguien que pierde sus raíces queda suspendido sin poder agarrarse, tomarse, asirse de algo que trabaja como un ancla y de alguna manera lo asegura. Agrega que el sujeto funciona con identificaciones que le permiten vincularse con el Otro, de modo tal de construir o quedar inserto en el lazo social. Fuera de esto es la errancia, es la nada (2).

Cuando leía esto no podía dejar de pensar en los emigrantes, en los extranjeros, en lo extraño, en los relatos de pacientes, colegas, conocidos, familiares que refieren una vivencia de desarraigo contra la que hay que luchar y, en el mejor de los casos, tratar de reconstruir nuevos referentes, reacomodar las identificaciones y sobre todo hacer lazos sociales que le permitan la inserción a ese nuevo país; y es allí donde entra lo singular, aquello que es lo más íntimo de cada uno que hará obstáculo o podrá condescender a lo nuevo.

Del otro lado está el que recibe, aquel al que el extranjero se le hace extraño, molesto, al que el goce del otro se le vuelve sospechoso e inaceptable, apareciendo los fenómenos de racismo, segregación, con el maltrato y consecuencias que esto conlleva.

Hace unos pocos días un abogado neoyorquino armó un escándalo en un restaurante de la ciudad porque oía mucho español a su alrededor, algunos de los empleados hablaban en español con unos comensales. Esa lengua del otro se le hizo insoportable y se paró en medio del local gritando, reclamando que si eran extranjeros y vivían de los impuestos que él pagaba que al menos hablaran en inglés, los amenazó con denunciarlos al departamento de migración.  El video se hizo viral y el abogado ha sufrido acoso, despido de su vivienda, entre otras cosas. Una expresión de la intolerancia que significa no ser iguales, no hablar la misma lengua, sentirse invadido, abusado, por el que viene de afuera, por el que goza de otro modo. Y del Otro lado la maldad se despierta queriendo destruir a aquel que me rechaza

Miller señala que, en el odio del otro, es claro que hay algo que va más allá de la agresión. Dice que hay una constante agresión que merece el nombre de odio y que justamente apunta a lo real en el otro, siendo esta la forma que toma el racismo moderno en donde se verifica que ese odio es el odio del modo particular del cual el otro goza.

En su intervención en el Foro Europeo titulada “El extranjero éxtimo”, Eric Laurent se plantea si este intento de expulsión del otro, de expulsión del extranjero no sería acaso una parte de nosotros mismos que queremos amputar, expulsar (3).

 

Siendo las migraciones fenómenos globales y complejos, podemos extraer, a partir de las coordenadas de Lacan y lo trabajado ayer con Flory, que más allá de la forma, del motivo, o del lado del que se vea, del que migra, del que se queda o del que recibe, lo que nos interesa a los psicoanalistas es ubicar qué es lo que se deslocaliza en el sujeto cuando hay una ruptura con las coordenadas identificatorias y del lazo social que lo sostenían; qué signos del goce propio aparecen proyectados en el otro que se rechaza, que se expulsa; y como consecuencia, qué desarreglos se suscitan en la vida de una persona enfrentada a estas circunstancias y qué arreglos puede hacer con ello.

Hemos avanzado en la elaboración alrededor de estas preguntas. El trabajo preparatorio que hemos hecho en la sede para las jornadas da cuenta de ello. El boletín online Fronterra reunió trabajos de psicoanalistas de diferentes latitudes, así como testimonios de artistas que han trabajado el tema. Así mismo, tuvimos la oportunidad de dialogar con colegas de la NEL y con Zakarías Zafra, escritor venezolano residenciado en México, que está dedicado a trabajar el tema de la diáspora. Y finalmente, el trabajo clínico que escucharemos el día de hoy. Escucharemos a ocho analistas de la NEL-Sede Caracas: siete miembros y un asociado que compartirán con nosotros elaboraciones de puntos clínicos asociados al tema que nos ocupa y casos clínicos que mostraran aquello que hace síntoma en sujetos tocados por la migración y el quehacer del psicoanalista frente a esto.

Esperamos que sea un día de fructífero trabajo e intercambio. Agradezco una vez más a Flory por acompañarnos en estas jornadas.

 

Referencias bibliográficas

  1. Baloira, Raquel. 2018. [En línea]. Migración: arreglos y desarreglos singulares. Argumento de las V Jornadas de la NEL-Sede Caracas. Disponible en https://fronterraa.wixsite.com/nelcaracas/argumento-y-ejes.

 

  1. Miller, Jacques-Alain et al. Desarraigados. Paidós, Buenos Aires, 2008.

 

  1. Laurent, Eric. 2018. [En línea]. El extranjero éxtimo. Intervención en el Foro europeo “El extranjero. La preocupación subjetiva y el malestar social en el fenómeno de la inmigración en Europa”. En Roma 24 de febrero. Parte I. Disponible en http://www.eol.org.ar/biblioteca/lacancotidiano/LC-cero-770.pdf.

La experiencia analítica de la migración-real

Por Renato Andrade

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Las Jornadas de una Escuela de psicoanálisis ponen a trabajar el síntoma de esa Escuela, de la ciudad, de cada uno. Agradezco por eso su invitación. Además, son un tratamiento de lo imposible. Las V Jornadas de la NEL-Caracas lo muestran en acto: Migración: arreglos y desarreglos singulares.

“Migración” es un significante que me resuena.

La época nos vende viajar como una experiencia: “hay que salir del país”; “estudiar”; “vivir fuera”. “Todos, a emigrar”. Una cosa es esa migración y otra la migración-real. La migración-real no tiene nada que ver con eso sino con el desamparo. El texto de Julieta Ravard, Fronteras, ¿Hay refugio?, lo presenta.

Pensemos en el recién nacido. Cuando se nace, se carece de lugar. Debemos ser alojados por el deseo de la madre: el deseo de acoger lo extraño. El texto de Clara María Holguín, Sólo participan de la historia los deportados, es el deseo por el deseo de un Otro que acoja.

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Un segundo momento de desamparo lo constituye el encuentro del niño con el deseo de la mujer en su madre. Él desea su deseo, pero ella desea Otra cosa: se abre un agujero. El deseo de ella no está garantizado y, a partir de ese momento, nada lo estará. El sujeto puede inventar un fantasma para velar ese agujero. Se trata de “la solución del fantasma” –entre comillas-, solución por la que se paga un precio.

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Localización en el Otro al precio de ser su objeto, de identificarse con este. El fantasma, la invención de un lugar, al precio de nuestra minusvalía, de nuestra activa pasividad. Se pasa así, de lo que no tiene lugar, a tenerlo como objeto, por ejemplo, desechado. Por ello, detrás de toda minusvalía, hay narcisismo.

En la migración-real, retorno al desamparo, re-aparición de lo que no tiene lugar. Se abre para el sujeto la posibilidad de salir de la “escena” de su fantasma para pasar a otra. Ciertamente, puede aferrarse defensivamente a su fantasma, pero no es lo que le conviene. Como en el trabajo de duelo, se trata de construir un nuevo comienzo.

Migración es separación de la posición fantasmática, trabajo de duelo, invención de otra “escena” en la cual alojarse. Dejémonos orientar por los que, culminado su análisis, nos enseñan cómo en los sueños del final, por ejemplo, encuentran las piezas con las que construyen la nueva “escena” que los aloja. Hallazgos todos bajo transferencia, pues, se alcancen a través de un análisis o no, requieren de un Otro y su “barra” lo suficientemente trazada para alojar, al menos por un tiempo, lo que no encuentra lugar. Los “golpes en la vida” –como escribía Vallejo- nos enseñan que toda apología del individualismo es una farsa.

El sujeto, de sus sueños como de cualquier otro  “encuentro”, puede tomar las piezas con las cuales inventar. Si hace con ellas sinthome, van con él a donde vaya, no pueden ser retenidas ni confiscadas por ningún Otro, porque no lo hay.

El estatuto lógico de la migración es entonces la separación, no de la tierra ni de la familia, sino del objeto que se ha sido en el fantasma, objeto del que se hace un duelo. Acaso podremos citar un fragmento de una intervención de Eric Laurent en el XI Congreso de la AMP –entiendo yo-, a propósito del despuntar del deseo del analista: “[…] duro deseo de hacer el duelo del objeto, si me permiten el neologismo, el duro deseo de duelar, de hacer el duelo de este objeto que era el milagro del fantasma.”

¿A qué nos enfrenta la migración hoy?

Por Martha Carolina Forero

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Crecí en un edificio donde, literalmente, en cada piso, vivíamos extranjeros de diferentes orígenes; quedan dos marcas de esa vecindad variopinta de la Caracas de los años 80: por una parte, el intercambio de algo del lugar de origen representado de diferentes formas: los acentos, ciertas palabras y los platillos españoles que se cruzaban con los cubanos; las humitas chilenas y las empanadas argentinas, que subían y bajaban del ascensor, propiciando  nuevos lazos “familiares”; y por otro lado, aquello de lo que no se intercambió nunca, y que estaba en el silencio, sobre  las vivencias que, a cada uno, lo habían arrancado de la tierra natal. Entre las diferencias y los puntos de encuentro, puedo decir hoy, gracias a las palabras de Bassols,  que no fuimos tan extranjeros entre nosotros.

 

Bassols, en su texto sobre la lógica del extranjero, plantea que el grado de extranjería “depende más de allí donde estoy que de donde voy o de dónde vengo” (1); nos hace reflexionar cómo en el encuentro de dos personas que se reconocen como extrajeras, estando en un país que no es el suyo, entonces, ya no son tan extranjeras la una para la otra.

De tal manera la lógica del extranjero pasa por ubicar el lugar del sujeto para el otro en otro País, pero más importante aún, pasa por localizar- se  a sí mismo en su propia extranjeridad.

 

El psicoanálisis,  como hemos podido recordarlo a través de los textos compartidos en Fronterra,  plantea que la posición del inmigrante no implica exclusivamente el traslado geográfico, sino “es el status mismo del sujeto, en tanto que el sujeto como tal está definido por su lugar en el campo del Otro”,  así dice Miller: “ese país extraño es su lugar natal- poniendo en tela de juicio la identidad de este sujeto, condenándolo a buscarla en grupos, pueblos y naciones”. (2)

 

Ante dicha deslocalización, sumamos el malestar de la cultura que caracteriza nuestra época. Podemos preguntarnos ¿Qué lugar para el sujeto cuando se ve forzado a migrar en las condiciones actuales?

 

Los tiempos lógicos pueden marcar esa localización o deslocalización para cada uno y estas Jornadas de la NEL Caracas son una oportunidad para reflexionar sobre varios aspectos que tendrán efectos en la dirección de las curas, en donde veremos, cada vez más, síntomas asociados a este malestar, tanto allá, como de este lado del río.

 

Por una parte me planteo que, si bien la historia de los países cambia, y con ello el lugar del extranjero y lo que de él se aloja o se rechaza, más allá de lo social, hoy se nos impone la necesidad de comprender el efecto de un real en juego en los desplazamientos de los sujetos en nuestros días.

 

Me refiero a que presenciamos el efecto del racismo y la segregación que Lacan advirtió en el Seminario 19, …o peor.

 

El racismo y la segregación pueden encontrarse en ambos lados de la frontera, cuando un estado totalitario, como el actual en Venezuela,  ha empujado a  profundizar y hacer uso de una fractura social, en la cual cada sujeto se ha convertido en un extrajero para el otro, aún sin salir del territorio geográfico que delimita el país, promoviendo una segregación al interno de los conciudadanos.

 

¿Pudiéramos decir que, para este estado totalitario, es el odio, parafraseando palabras de Marco Focchi,  el gran constructor de su identidad?, lo cito: “Aquí vemos ahora perfilarse dos figuras del extranjero: aquel con el que es imposible cualquier mediación, aquel que goza en un modo insoportablemente diverso al mío, aquel que es de una raza diversa porque tiene un goce diverso” (3). No aparece más  la otra cara del extranjero de la que también nos habla Focchi, la cara amable, aquella que nos enriquecía haciéndonos aprender una nueva lengua.

 

En el contexto actual, la diferencia está exiliada, se recrea un apartheid.

 

Las razas para Lacan, retoma Miller en su Seminario Extimidad, son efecto de discurso, en tanto se constituyen partiendo de la forma en que se transmiten, por el orden de un discurso, los lugares simbólicos.

 

Estamos entonces frente a un fenómeno de racismo extremo con sus consecuencias devastadoras.

 

¿Qué solución..., qué arreglos posibles?

 

Manuel Fernández Blanco retoma la definición de Lacan del origen de todo racismo en lo insoportable del goce del Otro, lo insoportable de que el Otro no sea Uno; extrae la orientación que se genera de comprender que ese rechazo, a que el otro goce de un modo diferente, es el rechazo de algo íntimo que aparece en el exterior. (4)

 

Ante la migración pueden aparecer también fenómenos de auto segregación. Se puede huir de un lugar, pero lo traumático de esta salida no implica que lo del sujeto, que se puso en juego en esa decisión, se reacomode con la instalación en un nuevo espacio, quizás la clínica nos muestra todo lo contrario.

 

Se puede pensar también en los síntomas de aislamiento a los que algunos sujetos puedan someterse para quedarse en su país natal, pero al precio de desalojar su singularidad y mimetizarse con el entorno.

 

La experiencia del psicoanálisis permitiría a un sujeto localizar-se más allá de lo geográfico, comprender su decisión de migrar, o no hacerlo, para inventar una nueva forma de existencia.

 

La migración para quien la elija, si bien implica una serie de pérdidas, también confronta a algunos sujetos con un sentimiento profundo de desarraigo, que puede dejarlos a la deriva, aun cuando consiga “mejores condiciones de vida”.

 

Hacerse a un lugar pasaría también por aceptar esa diferencia del otro que habita en el país de acogida, y de ser un extranjero de la mejor forma posible,  dejarse alojar, permitirse crear nuevos vínculos, reconstruir a un Otro con el cual se pueda convivir, para lo cual, en algunos casos, se tendrá que comprender las formas íntimas en que se han construido o destruido los lazos en la hystoria de ese sujeto.

 

La transferencia implica un doble consentimiento, dejarse orientar por lo real del propio síntoma, sostener el coraje de enfrentarse a ese extranjero que es nuestra forma singular de gozar para nosotros mismos; y si lo llevamos a la transferencia a la Escuela, es aceptar poder reunirnos hoy, a pesar de las distancias, a pesar de todo lo que ya no es, pero logrando hacer existir en el país del psicoanálisis un encuentro cada vez.

 

Referencias bibliográficas

 

(1) Bassols, Miquel. “La lógica del extranjero”. Conferencia presentada en el Fórum  Europeo di Roma el 28 de Febrero de 2018. En  www.slp-cf.it/dibattito-preparatorio-al-forum-europeo-lo-straniero/

 

(2) Miller, Jacques-Alain. Racismo. Extimidad. Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 211.

 

(3) Focchi, Marco.  “Due volti dello straniero”. Conferencia presentada en el Fórum  Europeo di Roma el 28 de Febrero de 2018. En  www.slp-cf.it/dibattito-preparatorio-al-forum-europeo-lo-straniero/

 

(4) Fernández Blanco, Manuel.  “El extranjero que nos habita”. Conferencia presentada en el Fórum  Europeo di Roma el 28 de Febrero de 2018. En  https://www.slp-cf.it/dibattito-preparatorio-al-forum-europeo-lo-straniero/

Aquello del "castillo" entre nosotros

Por Mario J. González

“K tuvo la sensación de perderse o de que estaba tan lejos en alguna tierra extraña como ningún otro hombre antes que él, una tierra en la que el aire no tenía nada del aire natal, El Castillo en la que uno podía asfixiarse de nostalgia y ante cuyas disparatadas tentaciones no se podía hacer otra cosa que continuar, seguir perdiéndose.” (Kafka, 1995, p. 30)

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Se ha dicho que para mundos incompresibles siempre habrá un Kafka, para lo extraño, lo extraviado, lo paradójico, lo absurdo, lo insoportable; sobre aquellas grandes imposibilidades que tenemos los seres humanos para poder concretar los sueños. El Castillo se presenta como aquella búsqueda incansable para encontrar ese Otro que responda a las inquietudes de un mundo marginado, segregado ante las múltiples demandas de una falta manifiesta. ¿Qué es aquello que se tiene o no se tiene? ¿Qué es aquello que se pierde ante la asfixia de la imposibilidad, ante el encuentro con lo real? Y, por sobre todo, ¿qué hacer cuando observamos nuestros sueños paralizados, prisioneros de una atmosfera desértica?

 

K relata su estadía en “El Castillo” como un seguir perdiéndose simultáneamente, sin detención ni parsimonia ante el encuentro con lo real. Un no poder alcanzar lo inalcanzable, un alejarse continuo ante la señal de un presunto final. Tal como el novicio caminante que al subir una montaña cree haber llegado a su cumbre y enseguida encuentra una nueva pendiente que lo acompaña con suspiros alargados. Y es que al igual que K, aquello que le resulta insoportable a algunos venezolanos no es tanto recorrer otros espacios sino sentirse extraviado dentro de lo que aparentemente nos es conocido, dentro de lo que aparentemente estamos habituados. La familiaridad de lo conocido se muestra confusa, sufriendo de amnesia ante la sensación de algo que falta, de algo que quizás fue pero que ya no existe. Nos hallamos en "reverse", bajo el constructo de un pasado lejano que no concuerda con nuestra realidad. Y cuando creemos encontrar refugio resulta que éste también ha sido colonizado por los monstruos que día a día nos acechan. Parece pues no haber refugio cuando no hace falta saltar una frontera para ser extranjeros.

 

Al igual impresiona cómo K observa a lo lejos un castillo nítidamente destacado, luego al acercarse no encuentra sino una extensa construcción consistente de unos pocos edificios muy próximos entre sí; y, al final, ocurre la decepción cuando encuentra no más que un miserable caserío, compuesto de casas de pueblo (Kafka, 1995). Esto nos hace recordar la angustia del sujeto que desea ver o encontrar aquello que quiere ver, pero que no lo ve, que no lo encuentra. Lacan nos dice en el Seminario 11 que “la mirada solo se nos presenta bajo la forma de una extraña contingencia, simbólica de aquello que encontramos en el horizonte y como tope de nuestra experiencia, a saber, la falta constitutiva de la angustia de castración” (Lacan, 2010, p. 80-81). Lo que nos llevaría a preguntarnos cuál es el tope de nuestra experiencia, si lo que hemos estado viviendo se convierte en un malestar o en un impasse — ¿cuál será el tope de la migración? Y, por sobre todo, ¿Cuál es el castillo que muchos venezolanos deseamos ver?

Referencias bibliográficas

Lacan, J. (2010). El seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós: Buenos Aires.

Kafka, F. (1995) El Castillo. Editorial Porrúa: México.

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