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Desde hace más de 20 años casi todas las obras que pienso tienen un carácter utópico.

Ricardo Benaim: 

              

por Raquel Baloira

 

Egresado del Instituto de Diseño Fundación Neumann de Caracas en 1972, estudia técnicas de grabado en el Atelier 63 de París entre los años 1980-82 y desde esa fecha hasta 1986 ingresa en el Pratt Institute de NuevaYork, donde también se desempeña como docente. En su activa trayectoria ha presentado exposiciones individuales en Venezuela, Francia, Argentina, Colombia, Puerto Rico, Estados Unidos, Japón, Brasil, Canadá,

 

Su obra está representada en diversos museos e instituciones públicas y privadas, entre las que se encuentran: Galería de Arte Nacional, Caracas; Museo de Bellas Artes, Caracas; Museo de Arte Contemporáneo de Caracas; Ateneo de Valencia, Venezuela; Museo de Arte Moderno Jesús Soto, Ciudad Bolívar; Museo de Arte Moderno de NuevaYork; Museo de Arte Moderno de Bogotá; Museo de Arte Contemporáneo de Lima; Museo de la OEA, Washington. Actualmente vive y trabaja en Caracas, Venezuela.

Al encontrarme con tu obra Catenarias, pensé inmediatamente en el trabajo que venimos realizando en la NEL Caracas desde este boletín de las V Jornadas sobre el tema de la migración. Quisiera animar en este encuentro contigo, la posibilidad de que testimonies sobre lo que fue la gestación de tu obra. Así que, como verás, mi interés reside más bien en escucharte y en dar a conocer el valioso aporte que has hecho para FRONTERRA.

Desde hace más de 20 años, casi todas las obras que pienso tienen un carácter utópico. Más que obras son reflexiones que se convierten en la necesidad de hacer un planteamiento si es posible visual, por su puesto respaldado de una intencionalidad. Una primera idea que me inspiró es la de hermandad entre ciudades. He visto que en muchos países, los países del Caribe, países como Estados Unidos también y otros… hay ciudades cercanas que se llaman ciudades gemelas que son algo muy bello. Hay una ciudad que tiene cerca otra ciudad y han hecho un lazo de amistad.

Luego me vino la imagen de  los países de la O.P.E.P., que en primer lugar tienen una cultura muy basta y muy diversa. Está el grupo de los asiáticos, el grupo de los africanos, y está por otro lado Venezuela e Indonesia. Siendo una institución global sería maravilloso crear a partir de ella  una organización o un fondo mutuo de acercamiento cultural. Sea cual sea la forma, un porcentaje de la venta de la ganancia de la O.P.E.P., aunque sea el uno por ciento se podría destinar a la cultura de cada uno de esos países.

Imaginaba, en ese momento de gestación de la obra,  intercambios de textiles, de escritos, de poemas, de ritos religiosos, no para confrontarlos sino para informarnos más de esos países, que tienen una gran riqueza, pero donde en algunos pueblos se sufre muchísimo […] Entonces teniendo esto claro, me pregunté cómo hacer visible esa unidad. Pensé en el logo de la O.P.E.P. que no lo han mejorado en 60 años […] allí es donde interviene la catenaria como elemento. Imaginé que la O.P.E.P. debería tener un símbolo nuevo y establecí en el mapamundi puntos para cada uno de los países. Como observador del cielo y amante de la cartógrafía que soy, lo que intenté hacer fue una constelación, pero las figuras que se formaban no eran bellas. Me di cuenta que podía unir a los países por medio de una catenaria… uno puede recordar el tendido de los cables de telégrafo o el tendido de cables eléctricos que se curva.  La catenaria es la distancia que existe entre la parte más alta y la más baja de la curvatura del cable. Uno puede decir que las catenarias no existen, que solo el arte las hace existir y me pareció precioso encontrar dos catenarias, una desde arriba y otra desde abajo, de manera tal que ningún país quedara afuera de la figura. La idea es que donde se muestre el mapa se haga sentir que los países se encuentran unidos por esas especies de hilos de plata que son las catenarias, siendo cada país esas estrellas doradas.

 

Se puede decir que la reunión de los países son la obra misma, y si algún país sale de la O.P.E.P. el arco de las catenarias es suficientemente amplio para mantener juntos a los demás, sin romper ninguna constelación circunstancial. Así fue que surgió la creación de Catenarias.

Jose Gregorio Dominguez

Por Raquel Baloira

 

  

Analista Practicante (AP)

Miembro de la AMP y de la ELP Barcelona 

Ex miembro de la NEL Caracas

En el Seminario 11, Lacan introduce la elección forzada, en la ética del deseo, mediante el ejemplo del sujeto que, bajo amenaza, debe elegir: "La bolsa o la vida". Con este ejemplo, Lacan trabaja sobre el punto de la propia disposición que el sujeto pueda tener frente a la elección y la pérdida, asunto que consistiría, para cada uno, en preguntarse: ¿Qué está dispuesto a perder?

Sabemos que hace un par de años migraste a España y, como inmigrante, no partiste hacia la búsqueda de una nueva identidad, sino de una nueva vida, tal como señaló Laurent en su conferencia en el Foro de Roma. Nos gustaría que nos comentaras, a propósito de la referencia de Lacan,  cuál ha sido tu lectura acerca de lo que ha significado para ti la reconstitución del Otro que has dejado y tu reinserción en el Otro del país que te ha recibido.

Creo que has dado en el clavo al elegir esa referencia de Lacan. Efectivamente, para nosotros se trató de una elección forzada, una de cuyas alternativas nos colocaba, en un horizonte no tan lejano, ante la posibilidad de perder la vida. Así que nos decantamos por la emigración, que era una alternativa ya contemplada por nosotros. El encuentro con el real del crimen de un ser querido, introdujo la prisa, y el tiempo de comprender dio paso a nuestra conclusión.

Como bien dices, al emigrar, la pérdida está presente. Algo de lo que va a perderse puede anticiparse, calcularse. Otras cosas, no; exceden el cálculo.

En general, me refiero a las pequeñas cosas cotidianas y también a los afectos. Situaciones que eran fácilmente franqueables en el país de origen, devienen complicadas en el de destino (desde acostumbrarse a portar un paraguas, a mirar la predicción meteorológica, a moverse con varias capas de ropa, a nuevos horarios laborales, a encontrar aparcamiento u orientarse en la ciudad, a resolver con neveras más pequeñas, etc). Creo que, precisamente, por eso Laurent refiere a una nueva vida como algo distinto a la búsqueda de una nueva identidad. Lo que estaba en juego, al menos en nuestro caso, en esa elección forzada, era la vida; y las consecuencias de emigrar repercuten, también, sobre la vida. Pero la identidad es algo vacío que no se sostiene y también algo que puede volverse peligroso, en su intento de creerse uno, cuando lo imaginario y la pasión narcisista en juego se ponen en acto. El psicoanálisis, en tanto revés del discurso del amo, lo es también, de alguna manera, de la identidad, y su operación, respecto a las identificaciones, inversa a la política.

Ello no excluye que algunas identificaciones se vean sacudidas en el encuentro con el Otro del país de destino. Se trata de reconstituir al Otro, de hacer un nuevo lazo, más no de una reconstrucción. No es un retorno a la vida anterior en un nuevo espacio; es una nueva vida.

Emigrar, al menos en mi caso, ha sido de alguna manera, un retorno a un lugar en el que nunca se ha estado, por decirlo así. Tiene algo de paradójico. En Venezuela, mi país de nacimiento y donde he vivido durante casi toda mi vida (hasta hace dos años), el lugar de lo extranjero ya estaba presente para mí. Hijo de emigrantes españoles, era tenido por muchos como extranjero. Ahora, en España, al disponer de la doble nacionalidad, puedo presentarme como español; pero también soy reconocido como extranjero. Y si sumamos el tema catalán, con las tentativas independentistas que se han vivido recientemente, entonces doblemente extranjero.

 De lo que se trata, para mí, es de hacerme un lugar aquí, no de formarme una nueva identidad. Al final, como resaltaba Manuel Fernández Blanco, a quien tengo que agradecerle su acogida en la ELP Galicia, el sujeto es un extranjero para sí mismo. Entonces, para mí, es un retorno a mi propia "extranjeridad", en una posición de cierta extimidad.

La historia del psicoanálisis está hecha de migraciones. Sabemos que Freud tuvo una relación originaria con el estatuto de ser inmigrante. Hay una anécdota muy conmovedora que de seguro debes conocer. Antes de su partida a Londres, Freud fue visitado por la Gestapo. En esa visita se le solicitó que escribiera una carta de su puño y letra indicando que no había recibido malos tratos por parte de esa organización. Entonces, él escribió: "Le recomiendo calurosamente a todo el mundo la camaradería de la Gestapo". En ese gesto de Freud, encontramos un uso de la ironía que puso una distancia con las terribles circunstancias que le tocó vivir, y que quizá podría resultar útil para pensar la relación con ese Otro a resignificar para los que se van y para los que se quedan. ¿Qué piensas sobre esto?

Conozco la anécdota. La ironía freudiana es un lujo que él pudo permitirse al haber podido tramitar el salvoconducto, gracias a la ayuda de Marie Bonaparte. Digo que es un lujo porque la ironía no siempre conlleva a tan felices desenlaces. Miller advertía, en su texto "Psicoanálisis y Política", que el psicoanálisis no existe donde no está permitido ironizar. El gesto irónico de Freud pudo haber tenido fatales consecuencias. Si destaco esto es porque, aunque valoro este witz de Freud, así como su templanza y coherencia ética, creo que debe haber un cálculo de la ironía. Célebre es el pasaje donde San Lorenzo, al tiempo que era asado en la parrillera, indicaba a su verdugo que debía darle la vuelta. Pues bien, de lo que se trata es de no terminar con la carne en el asador. De poner distancia … ¡con el asador!

De alguna forma, la ironía se hace presente justo donde los debates metafísicos caen. La ironía sirve como tratamiento contra los fundamentalismos, de cualquier tipo.  Lacan decía que la ironía permite tocar algo de lo real en juego.

Poner esa distancia, en nuestro caso, sólo pudo empezar por la distancia geográfica. Hemos debido poner nuestra líbido en el proceso de establecernos aquí, en los trámites, las mudanzas, etc. Poner distancia no implica, necesariamente, una ruptura absoluta. Creo que no se trata de la distancia como tentativa de solución, sino como recurso. Es la distancia como medio, no como fin  en sí mismo. Quizás se trate de la distancia de la prudencia, en un sentido aristotélico del término.

Elaborar implica, a mi modo de ver, poner esa distancia; es un tratamiento de lo real por lo simbólico, y luego, un modo de arreglárselas con el resto inasimilable. Tolerar que haya algo allí que no va a resolverse, que no va a poder resignificarse. Cada uno tiene la posibilidad de decidir lo que puede soportar y cómo hacerlo. No hay estándares al respecto. Por eso me parece tan legítima la decisión de quien ha decidido irse como de aquellos que deciden quedarse. Pero no creo que haya manera de ahorrarse el trabajo de hacer con lo real en juego. Para quienes se han quedado, sin duda, ha de requerir un esfuerzo sostenido, con lo mismo; y para quienes nos hemos marchado, un esfuerzo distinto, con lo nuevo. Quizás la ironía pueda permitir tocar algo de eso nuevo a producir, en ambos casos. 

 

En la película "La lengua de las mariposas", el maestro durante su despedida ofrece una última lección: "el lobo no dormirá nunca en la misma cama con el cordero. Pero de algo estoy seguro, si conseguimos que una sola generación, una sola crezca libre en España, ya nadie podrá arrancar la libertad". Para algunos de los que se han ido de Venezuela ese valioso tesoro no se recuperará más. Es impensable desde el discurso analítico afirmar algo semejante porque sabemos que hay lo real.

Sin embargo, en nuestro campo, sabemos que las condiciones necesarias para ejercer la práctica analítica se problematizan cada vez más. Aun así, podemos decir que no declinamos en hacer existir el filo cortante de la verdad que Freud fundó y que llegó a Caracas, gracias a la enseñanza de Lacan. Por tal razón, tu respuesta entusiasta a participar en FRONTERRA nos llena de alegría porque nos permite, como Sede, hacer tratamiento del duelo que ha significado ver partir a los que se han ido. Además, animar los lazos de trabajo es la mejor forma de resistir frente al Coco que quiere vernos dormir, como bien advirtió Miller, en la Conferencia de Madrid.

Creo que si de algo parece haber garantías es de que el lobo siempre puede volver. Recién llegados a Barcelona, el lobo tocó nuevamente nuestra puerta, con el atentado terrorista de las Ramblas. El lobo siempre puede volver; de lo que se trata es de no convertirse uno mismo en ese lobo, ni ubicarse en una posición de suspicacia generalizada. Es algo que en su vertiente política ha inquietado al filósofo italiano Giorgio Agamben, que resalta la amenaza del Estado de Excepción permanente; y a Miller quien, para referirlo al ámbito psicoanalítico, lo denominaba, en un texto aparecido en Virtualia en 2008: "¡Todos asesinos!", o cuando menos, todos sospechosos.

La constatación de la insistencia de ese "lobo" me ha llevado, últimamente, a revisar algunos textos sobre el Holocausto. Era inimaginable, para muchos, que poco más de veinte años después del horror de la Primera Guerra Mundial, empezara la Segunda, en algunos aspectos, todavía peor. Y si bien, hay muchas diferencias entre lo ocurrido en la Shoah y lo que padecen hoy los venezolanos, también hay puntos de coincidencia. Y eso no deja de ser terrible. Pero ya sabemos lo que decía Freud a Einstein sobre la guerra.

Quizás esta comparación pueda ofender a algunos, para quienes lo que ocurre en Venezuela no es sino una ficción. En todo caso, una ficción con demasiado de real; con demasiado goce mortífero en juego. Es una de las resonancias que tiene, para mí, la referencia que tomas de Miller en la Conferencia de Madrid, y su apertura sobre el Coco. Su participación tuvo efectos de intervención para  mí.

Se trata captar que ese Coco, que quiere hacernos dormir, nos habita. No es sólo un asunto del Otro; es principalmente, algo del propio sujeto. Poner demasiada distancia puede hacernos pensar que el Coco no existe; pero ese Coco es algo muy real. Algunos, al irse, no quieren saber más nada de lo que pasa en Venezuela; hacer como si nada hubiera pasado. Es lo que me testimonian algunos amigos y conocidos. Otros, pretenden llevar una vida "como en Venezuela".

El tiempo de comprender requiere una cierta toma de distancia, una detención. En su texto "El tiempo lógico…", Lacan las denomina mociones suspensivas; entre el instante de ver y el tiempo de comprender, por un lado, y entre el tiempo de comprender y el momento de concluir, por otro. Sin esa pequeña operación, la precipitación llevaría a una salida azarosa. Pues bien, creo necesaria esa toma de distancia, lo cual en modo alguno implica claudicar. El saldo de la Conferencia de Madrid, para mí, ha sido mostrarnos que la política es un asunto que debe trabajarse en las Escuelas, a pesar de lo difícil que ello pueda ser. La Sede de Caracas y quienes hemos partido desde allí hacia otros destinos han tenido un lugar protagónico en este sentido. Ya en Caracas se anticipaba la importancia de resistir a ese Coco que quiere vernos dormir. Quienes nos hemos marchado, desde esta distancia que hemos podido introducir, estamos convocados a mantener los lazos con la Sede y con una Venezuela que requiere encontrar nuevas soluciones. Recuperar la libertad implicará cernir algo de lo que ha dado origen y sostén a la situación venezolana, implicará asumir responsabilidades individuales y, también, históricas.

Para mí la invitación a participar en esta entrevista es algo que agradezco y que me sirve para reiterar mi compromiso con el psicoanálisis y con la Escuela, más allá de las fronteras.

Referencias bibliográficas

(1) Laurent, Eric. Intervención en el Foro de Roma “El extranjero”, 2018.    

 

(2) Miller, Jacques Alain. Nada es más humano que el crimen. Virtualia 18, 2008.

(3) Miller, Jacques Alain. 2017. Conferencia de Madrid. Disponible en http://www.wapol.org/publicaciones/images/articulos/2798/17-05-13_Conferencia-JAM-de-Madrid_ES.pdf

Addel Perdomo

por Francisco Itriago

Técnico Superior Universitario Construcción Civil. Especialidad Dibujante Técnico Aplicado, UNELLEZ, 1999. Realizó una Maestría en Grabado, MBA. Ha desarrollado múltiples proyectos en el área del diseño gráfico y fotografía.

Tu obra, “Frontera: El Camino Amarillo”, me hace pensar en una frase de Julio Cortázar. La frase de Cortázar, extraída de uno de sus cuentos, nos facilita un buen comienzo en esta conversación.  Dice así: “No se trata de escribir para los demás sino para uno mismo, pero uno mismo tiene que ser también los demás”. Un axioma que resulta imprescindible para un comunicador visual. En tu caso está claro que para la importante esencia -el mensaje- has tenido en cuenta a ese “demás” para quien también se ha “escrito” y quien, como tú, comparte una situación, la actual, y sabe qué quieres decir con el cartel “Frontera: El Camino Amarillo”. O, al menos reconoce elementos que le son familiares en este momento histórico. Sin embargo, hay un simplismo aterrador al reducir la obra a la suma de sus partes y al éxito o no de su propósito, cuando se trata, sin duda, de un tratamiento por vía de la estética particular donde la belleza se impone y garantiza su trascendencia más allá de la época misma cuando, mucho después, alguien se pregunte el por qué de la alambrada, por ejemplo, o si se trata de una bandera.

A pesar de que la mirada se redirija, siendo que ya había hecho puerto en tu cartel,  y seguro de que la obra es “autoparlante” y cualquier comentario le sobra, me tienta conocer más acerca de ella, mucho más de lo que siento, infiero e invento entregado a ella. Quisiera saber si con su hechura sentiste satisfacción o alivio ante las razones que te impulsaron a crearlo; si el cartel que vemos es la versión final y hubo otros; si hay planes para otros. De alguna manera en el cartel tienes un pie en Venezuela y otro en Colombia, y el mismo se constituye en el estandarte del inmigrante. ¿Cómo ha sido recibida la imagen en ese país?

En los últimos años, los venezolanos han partido hacia otras tierras en busca de mejores oportunidades de vida. Van con sus carencias, vacíos, dificultades, su lengua, su letra y habla.

 

Mi cartel quiere mostrar los testimonios que de alguna manera se llevan, lo que se vivió y la esperanza de lo que se quiere vivir. Las personas que huyen de Venezuela por diversas y conocidas razones, en muchos casos arriesgando la vida y cruzando miles de kilómetros a pie; han testimoniado, en algunas ocasiones, acerca de cómo las palabras se transforman en imágenes. Esto sugiere para mí este tema de la Frontera.

 

La Frontera marca un punto medio, ni más ni menos. No se sabe qué vendrá, pero se sabe lo que perdimos. Sólo historias y criterios narrados por conocidos o desconocidos, casi como la cueva de Platón, pero a la salida puede que te espere el mar de espinas y el alambre de púas de la realidad.

 

Tomé como base la similitud entre la bandera de Colombia y la de Venezuela. En esa gran franja amarilla lo extenso del viaje, lo duro del camino pero también el sol como la esperanza.  El cartel sólo tiene esta versión con sus bocetos. El concepto que lo definió todo fue una gran queja: a este gran problema que supone la migración.

 

La aceptación del cartel en los grupos de diseño y en redes ha sido muy positiva y aceptada, es usado por algunos usuarios, que de alguna manera están afectados directa o indirectamente.

Rubén Darío Moreno

Por Raquel Baloira

 

Diseñador gráfico e Ilustrador, con más de una década de experiencia y graduado en el Instituto de Diseño Darias (2001). Ha desarrollado múltiples proyectos en el entorno de la Comunicación Visual, algunos en el campo editorial, digital y corporativo, lo que incluye desarrollo de marcas, Ilustraciones, infografías e incluso animación, para diversas firmas e instituciones en el ámbito internacional y nacional. 

El diseño de carteles y de otros proyectos, le han abierto las puertas para participar en muestras organizadas por países como España, Colombia, Finlandia, Corea, Bolivia, Perú, Ecuador y Venezuela. Algunas de estas piezas han sido seleccionadas para importantes publicaciones editoriales especializadas en la Comunicación Visual. Varias han obtenido premios en diferentes concursos y han sido parte de muestras por selección en eventos como la Bienal del Cartel de Finlandia LAHTI o la Bienal del Cartel de México.  Su cartel "Emigración" constituye la obra que invita a participar en las V Jornadas de la Nel Caracas.

-La palabra cartel viene de una historia de transformaciones fóneticas. Se dice que todo comenzó en el imperio Romano cuando se empleaba la palabra "charta", de un significado muy parecido a su homónima en Castellano: papel escrito empleado para comunicarse. Luego pasó al Castellano como carta. Al francés pasó como cartel que significa carta. En nuestro idioma es un galicismo que cambió de significado, ya que cartel es un aviso en un lugar público y que además se nombra como afiche.  Pero, ¿habría alguna diferencia entre afiche y cartel? 

En un solo sentido, creo que no habría mucha diferencia entre ambas palabras para definir la función del mismo objeto, el logro de una y otra es “decir”. Pero, como comunicar no es solo cosa de “decir”, me atrevo a  señalar que la diferencia existe en querer “escuchar”. Todas las cartas que se envían contienen la respuesta que iría de vuelta, o por lo menos el deseo de alguna. En mis  carteles la intención de establecer un diálogo siempre está allí, expuesta. Siendo honesto, existe una esperanza de conectar íntimamente con el destinatario, para saberle y, aliviado poder decir: “hay alguien más allí”. Por eso, brevemente dicho, me distancio de querer diseñar afiches; siento que esa palabra es una gran boca sin oídos.

-En el momento que la Sede consideró -que el tema de las V Jornadas sería la migración- fue inevitable pensar en la obra que habías diseñado hace ya algunos años.  Saber de la historia que había causado el diseño del cartel, nos movió a invitarte a participar con tu trabajo. Nos complace muchísimo que tu obra nos acompañe durante la preparación de las  Jornadas.   


Este es un mensaje en 4 tonos que representa mi dolor ante la partida y es parte de una serie que llamo azul y rojo (o a la luz de Alicia NO-serie). Constituye el adiós a mi hermano y a mis sobrinos. Un hermano que llena toda la vista de mi infancia. Le dije adiós, no hasta luego, porque en estas relaciones íntimas, la distancia deja mucho espacio para que lo que yo represento en él y ese hermano en mí, sea llenado con nuevos propósitos, propósitos diarios, banales o importantes, pero a final de cuentas otros propósitos. Se dice que las relaciones no necesitan más que el ideal y la voluntad de que sean relaciones, pero la verdad, la cercanía y el cuerpo son el ancla de ellas. Quizás en ese cartel me fui yo y no él. En ese trozo de papel salvé la diferencia entre las dos cosas que me constituyen, la venezolanidad en sus luces y sus sombras, es un viaje a lo que desconozco pero que hago sin él. Es mi hermano pequeño, lo amo y allí con él está mi corazón. Venezuela anda así, como un sacabocados, dejando agujeros en el pecho para que encontremos mejores cosas con que llenarlos o en el peor de los casos engancharnos a otra carpeta. Pero.en fin... tanto agujero duele. 


Tanto más hay que hablar de lo simbólico de este cartel en cada aspecto de sus colores, de sus formas o sus direcciones, pero la verdad me gustaría más escuchar  y dialogar con quienes puedan leer esta carta.

Maite Russi

Con motivo de la elaboración del video para las V Jornadas de la Nel Caracas

Por Alexander Méndez

-El video de las V jornadas de la Nel Caracas resalta por presentar a Miembros y Asociados de nuestra Sede como niños. ¿Qué puedes decirnos de esa decisión? 

 

La selección de las fotos tiene que ver sobre todo con historizar, con dar cuenta de una historia que atraviesa a la escuela. En toda historia siempre hay niños que se hacen adultos, que tienen encuentros con una sociedad, con una familia, con amigos, con figuras significativas que marcan su lugar en lo social. Si partimos del hecho que somos extranjeros en nuestra propia tierra natal, justamente tiene que ver con ese niño que se hace de un país, que se apropia de sus significantes, que aprende un lenguaje, una manera de vincularse que es particular para cada país, así como es singular para cada niño. Y lo más interesante justamente fue que cada quien eligió las fotos que lo representaban, algunos entre familia, otros entre amigos, otros sólo con sus hijos, otros solos con sus padres. Pedir una foto de la infancia es invitar a una mirada a la historia, a lo que nos precede y eso es crucial en el psicoanálisis.

Mientras estabas en proceso de construir el video afirmaste que la forma que toma la migración para los venezolanos es diferente a las que has visto en otros países. ¿Puedes decirnos cuáles son las diferencias que notas? ¿Esto influyó en la creación del video?

 

Efectivamente dije que la manera de migrar para los venezolanos era distinta, reconozco que era lo que pensaba en el momento que me solicitaron el video. Raquel me mostró un video de mexicanos atravesando las fronteras hacia Estados Unidos y lo sentí tan ajeno. Hoy 13 de Febrero de 2018, que el país atraviesa la crisis humanitaria más intensa que nos ha tocado vivir, sufro el dolor de ver cómo los venezolanos comienzan a abandonar el país de cualquier manera, masivamente atravesando frontera, desplazados por el hambre, la falta de medicinas, por inminentes razones de sobre-vivencia, quizá no había podido notar la crudeza de la realidad ya alcanzada.

Sin embargo, lo que marcó la construcción del video tiene más que ver con mi recorrido analítico y mi interés por la fotografía, vengo trabajando el tema de la migración y considero que orientados por el discurso psicoanalítico nuestro aporte debe ser desde lo singular, sobre todo por lo que nos toca como venezolanos, donde migrar es de lo que todo el mundo habla y lo que pareciera todos deberíamos hacer. Hay un fuerte empuje a migrar, en este sentido me sorprendió enterarme que según la OIM para el 2018 el porcentaje de migrantes en el mundo es de un 3.3 por ciento.

Cuando hablo de un enfoque desde lo singular, me refiero a dar cuenta de eso que cada uno de los migrantes pierde al atravesar una frontera, eso que cambia, que es particular, eso que no vuelve a ser: así como aquello que se gana, que se incorpora.

El video es la apuesta a jugar con las imágenes, que siempre son capaces  de tocar lo real que es imposible de decir, dejándolas caer, en un juego de presencia-ausencia, colocándolas adentro y afuera para producir algo nuevo. En ese sentido estoy segura que a partir del discurso analítico tenemos mucho que decir sobre lo que está viviendo nuestro país, y por otro lado, como te decía antes, para mi resultó una grata coincidencia llevar a cabo este video, ya que vengo trabajando el tema de las migraciones en un proyecto personal con la fotografía. Veo que es un modo de responder por mi parte a la crisis que nos arropa y a la vez nos resignifica, la fractura de lo más externo que fractura nuestra intimidad.

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